COMO SER UN DOCENTE IMPACTANTE Y LA RESISTENCIA A SERLO
En días pasados compartí a través de mi página de Facebook, un infográfico acerca de cómo ser un docente de impacto. En este, se representaban diferentes “consejos” para poder generar un impacto positivo en nuestros alumnos.
Hubo muchos comentarios al respecto, y me sorprendió
leer aquellos que manifestaban que, aunque los maestros hiciéramos todo lo que
el infográfico recomendaba, los alumnos carecen de interés en su propio proceso
de aprendizaje. Por ende, sin importar lo que hagamos; los maestros y la educación
en sí misma no es de impacto en sus vidas.
Difiero mucho de estos
comentarios. Considero que, si logramos impactar por lo menos a un alumno, este
permeará un cambio en su vida y en la sociedad, lo que al final del día, es el
objetivo de la educación. En resumen, quizás no impactemos en 50 alumnos, pero
el poner un grano de arena en el cambio que necesitamos, hace de nuestra labor
una de las más importantes en este siglo XXI.
Esto es solo un reflejo de lo
que he notado hay en nosotros los docentes: una gran resistencia. Resistencia
al cambio. Resistencia a ser un docente impactante.
Hoy más que nunca estamos
viviendo en una etapa donde nuestros alumnos ya no son iguales a los de hace 10
años, por ejemplo. Así mismo, el sistema educativo y sus objetivos están en constante
cambio. No se hable de las tecnologías y los recursos digitales que, aunque son
parte de nuestra vida diaria, hay un gran temor de incorporarlos en nuestra
labor docente.
En mis años de experiencia, he
tenido la oportunidad de trabajar con docentes en cursos de capacitación y actualización,
donde como instructor puedo dar fe, de cuáles son las áreas donde más nos resistimos
a dejar un impacto en nuestras aulas.
1. Conocer a nuestros alumnos. Creemos
que todos los alumnos son iguales, y que como maestros debemos darnos un lugar
de autoridad y por ello, no es posible ni tenemos tiempo de investigar como
aprenden, sus necesidades y quiénes son. Nos resistimos a conocerlos.
2. Dedicar tiempo a cada alumno. La excusa
número uno: tenemos grupos muy numerosos. Eso no lo debato, es una realidad,
pero si no intentamos individualizar la enseñanza, nos quedaremos con la idea de
que mientras mis alumnos estén callados, están aprendiendo.
3. Saber que mi estado de ánimo influye en
ellos. Quizás estemos enojados con el sistema, o con las autoridades
educativas, con mis compañeros, y tenemos, como todo mundo; problemas
personales. Pero, ¿porque estar de mal humor cuando estoy frente a grupo? No debemos
resistirnos a generar un ambiente de confianza y contagiar nuestro buen humor.
4. Fomentar la investigación. Es muy
común el dar por sentado que el alumno no investigará, porque no le gusta. ¿Cuándo
nos hemos dado el tiempo de fomentarlo, de convertirlo en un hábito y
enseñarles el modo correcto de hacerlo? No debemos resistirnos a fomentar el
autoaprendizaje.
5. Capacitarme. En este
rubro tengo muchas experiencias. Desde que los maestros asistimos a cursos
enojados porque era obligatorio, hasta que el hecho de que sí asistimos, pero
nos resistimos a aprender. Nos mentalizamos diciendo: “Ya lo sé todo, y no
necesito aprender a enseñar, porque como lo hago, me funciona”.
6. Motivar y elogiar a tus alumnos. Hay mucha
resistencia en esta área. Si nadie nos motiva, porque hemos de motivar a los
estudiantes. Pensamos que es su obligación venir a la escuela y cumplir. Nos resistimos
a hacer nuestra clase interesante y a hacerles ver por qué la asignatura es
importante.
En este tiempo de receso escolar, es un buen momento de reflexionar
en los porqués de la resistencia al cambio. En por qué resistirnos en ser docentes
impactantes.
Al final del camino, esta resistencia solo nos trae más frustración
y enojo, porque nos guste o no, el cambio es un proceso natural de la vida, y si
cambiamos para ser impactantes, estaremos impactando el lugar donde vivimos.
Abdel Jacobo
Master
in Teaching English
as
a Foreign Language
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